Río Experiencias: Mandalas en el aula

Mandalas en el aula

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Martina da color a una mandala

Si a mi hija de 7 años le encantaba dar color durante horas y horas a un libro de mandalas que su tía Inma le regaló, ¿ por qué a mi alumnado no le iba gustar también? Pues no solo le gustó, sino que les encantó a cada uno de ell@s.

Empezamos hace tiempo a usar de ve en cuando en el aula aquel libro fotocopiable. No se trataba de entretener al alumnado, al contrario, yo observaba que se tranquilizaban, me las demandaban, les apetecían mucho e iban casa un@ seleccionando su mandala.

Entonces me puse a investigar en la red ¿ qué estaba trabajando yo con aquel material que casi descubría día a día? Los orientales las usan para la concentración y otras tantas disciplinas.

Aumentan la creatividad, mejoran su caligrafía, sobre todo al escribir, disfrutan el dibujar, manejan los colores con propiedad utilizando poco a poco colores primarios, secundarios y terciarios. Se sienten orgullos@s de su trabajo y les gusta “enseñarlo",aprenden a “criticar para mejorar ” sus propias obras,repercuten en sus trabajos escolares buscando mejorar día con día. Si a éstos pudieran ser los objetivos que se consigue al trabajar con mandalas, más se conseguiría aún si éto lo hacemos de forma sistemátizada en el aula, dejando un tiempo previsto para esta actividad y es más aún, si la acompañamos con una música clásica, de relajación, de sonidos de la naturaleza, de sonidos terapeuticos de delfine o de cuencos tibetanos, creo que conseguiríamos un gran momento de aprendizaje. ¡ Adelante!

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Encarni Barragán

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invitación a pensar

¿El pájaro está vivo? El joven estaba concluyendo su periodo de preparación, y muy pronto pasaría a enseñar. Como todo buen alumno, necesitaba desafiar a su profesor, y desarrollar su propia manera de pensar. Así que capturó un pájaro, lo agarró con una mano, y lo llevó hasta él: -Maestro: ¿este pájaro está vivo o muerto? Su plan era el siguiente: si el maestro dijera “muerto”, él abriría la mano y el pájaro se echaría a volar. Si la respuesta fuese “vivo”, él lo aplastaría entre los dedos. De esa manera, el maestro siempre estaría equivocado. -Maestro, ¿el pájaro está vivo o muerto? – insiste. -Mi querido alumno, esto va a depender de ti – es el comentario del maestro. Pablo Coelho.