Río Experiencias: Cuencos tibetanos en el aula

Cuencos tibetanos en el aula

0 Comments

Los niños y niñas aprenden a tocar los cuencos

Un cuenco tibetano, unas campanillas, un armonizador nos ayudan a aprender a escuchar un sonido hasta que deje de sonar. Para ello vamos a estar atentos, prestando atención con todo el cuerpo, relajados y disfrutando de la actividad. Deben estar en silencio hasta que dejen de escuchar el sonido entonces es cuando perciben el silencio total. Esta actividad centran la atención, es Mindfulness en las aulas. Los cuencos tienen una alta vibración y la energía que se mueve crea momentos únicos y maravillosos.

Gina Soriano y su madre Encarna Garciolo realizaron con nuestro alumnado una sesión de relajación y meditación a través de los cuencos tibetanos. Ellas son madre y abuela de un alumno del colegio y vienen realizando esta actividad desde hace ya varios años en el colegio, lo cual se le agradece con toda nuestra alma y corazón.

Ha sido en la Sala de Psicomotricidad e inicialmente nos han explicado qué son los materiales que allí tenían ( cuencos, platillos,...) y lo que iban a hacer. A continuación han ido pasado de 4 en 4 alumnos/as para aprender a sacar el sonido de los cuencos. Y después se iban colocando tumbados bocabajo para ponerles un cuenco grande en la cintura y que sientan el placer de la vibración.

Las Seños también hemos disfrutado de esta actividad y personalmente tengo que decir que ha sido maravillosa , el cierto dolor de espaldas y de cuello que me suele acompañar, se ha esfumado para toda la mañana. Mil gracias siempre

About Post Author

Encarni Barragán

Morbi leo risus, porta ac consectetur ac, vestibulum at eros. Fusce dapibus, tellus ac cursus commodo, tortor mauris condimentum nibh, ut fermentum massa justo sit amet risus.

invitación a pensar

¿El pájaro está vivo? El joven estaba concluyendo su periodo de preparación, y muy pronto pasaría a enseñar. Como todo buen alumno, necesitaba desafiar a su profesor, y desarrollar su propia manera de pensar. Así que capturó un pájaro, lo agarró con una mano, y lo llevó hasta él: -Maestro: ¿este pájaro está vivo o muerto? Su plan era el siguiente: si el maestro dijera “muerto”, él abriría la mano y el pájaro se echaría a volar. Si la respuesta fuese “vivo”, él lo aplastaría entre los dedos. De esa manera, el maestro siempre estaría equivocado. -Maestro, ¿el pájaro está vivo o muerto? – insiste. -Mi querido alumno, esto va a depender de ti – es el comentario del maestro. Pablo Coelho.