Canción Tonta

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Imagen de Paola Aragon
Mamá.
Yo quiero ser de plata.

Hijo,
tendrás mucho frío.

Mamá.
Yo quiero ser de agua.

Hijo,
tendrás mucho frío.

Mamá.
Bórdame en tu almohada.

¡Eso sí!
¡Ahora mismo!

F.G.L
Canciones para niños. Canciones. OBRAS COMPLETAS I
.Madrid: Editorial Aguilar, 1978. Col. Obras eternas.

La "Canción tonta" se enmarca dentro de los poemas que Lorca incluyó en su libro Canciones, una obra que recoge más de ochenta composiciones escritas entre 1921 y 1924. Es, por tanto, un escrito de juventud física, pero que podemos considerar un trabajo de plena madurez poética tanto en la forma como en el espíritu y el tono. Tanto en Canciones (publicada por primera vez en Málaga en 1927) como en el Libro de poemas (aparecido en Madrid seis años antes), Federico se regocija de seguir siendo un niño porque halla su esencia humana en su infancia y hace gravitar su voz poética en el mundo lírico y bucólico de su niñez campestre de vega y serranía.


Y si hay un personaje fundamental en la infancia ese es la madre: apoyo, referente, brújula y regazo cálido, sincero y emotivo. A ella confía el niño sus secretos, en ella vierte sus temores, sus esperanzas y sus ilusiones más íntimas, aunque éstas sean absurdas, irrealizables o peligrosas: "Mamá, / yo quiero ser de plata", "Mamá, / yo quiero ser de agua". La madre, paciente, tierna, protectora, se angustia y le contesta que no puede ser porque le lastimaría el frío. Pero el infante no se conforma y sigue a la carga con sus sueños imposibles: "bueno, si no me dejas ser de plata y agua permíteme, al menos, convertirme en un hermoso bordado sobre tu almohada". Y entonces sí, la madre cede ¿no será egoísmo en vez de protección? , acepta encantada el deseo de su hijo aunque sea igual de absurdo y corre a realizarlo inmediatamente: "¡Eso sí! ¡Ahora mismo!"

Los personajes y protagonistas femeninos la madre primero, la novia y la esposa después, la vieja solterona tienen una gran importancia no sólo en la poesía, sino principalmente en el teatro lorquiano. Esto es, evidentemente, una traslación del mundo de los sentimientos (Federico adoraba a su madre) al universo poético y dramático que fue entretejiendo amorosa y vehementemente a lo largo de su corta pero productiva existencia.

Lorca nunca quiso renunciar a su ingobernable y desbordante fantasía infantil. Por eso crea este precioso poema dialogado en el que todo es juego, ensueño y utopía. Entre el niño y su progenitora traman una festiva recreación poética cargada de alegría, complicidad y emoción. Ambos saben que no tiene sentido su diálogo, amagan verbalmente atacando y defendiéndose con respuestas ágiles pero carentes de sentido porque saben que al final se producirá el reencuentro, el abrazo, la fusión íntima y gloriosa que se consuma en la caricia maternal y el beso filial rotundo y sonoro. No en vano Federico proclamó a los cuatro vientos que "la verdadera poesía es amor".

Otro recurso literario se esconde en el poema con objetivo claro (redoblar la intensidad conceptual y dramática): en la lírica es frecuente el antropomorfismo (dotar a los objetos inanimados o a los animales de cualidades o capacidades humanas), pero en la poesía de García Lorca nos encontramos a veces con seres humanos que asumen características o comportamientos que no les son propios: el niño quiere ser "de plata", quiere ser "de agua" y quiere ser bordado cuando dice: "Mamá, / bórdame en tu almohada" (no le importa perder su condición humana si con ello logra estar próximo al calor y el cariño de su madre).

Y enlazado con esta idea podríamos hablar de las metáforas volitivas que también son frecuentes en la poesía de Lorca: sus personajes quieren ser otros, quieren romper con su rutina existencial y su mismidad corpórea y esencia más íntima. Es una explosión psicológica de afirmación volitiva y de revolución pacífica contra lo establecido y lo vulgar. Por eso, para romper el devenir determinista de nuestra historia personal, estamos dispuestos a convertirnos en seres "de plata" o "de agua". Estas metáforas "volitivas" simbolizan en palabras de Concha Zardoya, en su magnífico libro Poesía española del siglo XX1 "el deseo del hombre que le lleva a soñarse diferente, a sobrepasar los límites de su propia realidad, a renovarse o a superarse por el sueño: aspirando a una última libertad".





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