En el curso MOOC que estoy realizando en la actualidad titulado "Educar para la igualdad", concretamente en el Módulo 3, se nos pide realizar una actividad que consiste en la lectura dea artículo del diario El Pais (2021) por Lucía Franco y realizar algunas reflexiones sobre el mismo.
Quiero comenzar con una frase que es referente en mi labor docente y en mi vida: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo” (Eduardo Galeano)
Tanto la higiene femenina como la pobreza menstrual no son conceptos o situaciones nuevas, siempre ha existido pero afortunadamente, ahora se le ha puesto nombre, estamos hablando y reflexionando sobre ella porque estamos tomando conciencia, porque es necesario y nos importa. Seguramente, obtendremos propuestas de mejora para hacerle frente conjuntamente.
Los productos de higiene menstrual tienen los
impuestos como si fuesen productos de lujo
o de ocio, no tanto como de una necesidad. Junto a esto, decir que no hay
conciencia de ello porque se siguen tomando estos temas como “Temas tabú”
inclusive aún en adolescentes, que deberían de tener ya otro pensamiento por la
educación sexual que se les está dando. Algo que de lo que no se habla y creo
que es porque se tiene asimilado y no se plantean un posible cambio para mejor.
La pobreza de la higiene personal femenina,
va estrechamente ligada sin lugar a
dudas a la disminución de rendimiento académico y al posible fracaso
escolar si no se interviene. Recuerdo mi etapa de adolescente en el Instituto
de mi pueblo y luego en la Facultad, pero ahora veo casi la misma situación en
mi hija adolescente, en sus compañeras y en el Instituto donde estudia, pero
hay una diferencia de casi 27 años y no percibo un cambio para mejor en estos
temas.
Los días en los que las alumnas tienen la menstruación
puede que se queden en casa, por lo que faltan a clases o puede que vengan a
clase con un mínimo de compresas por ejemplo y esto no psicológicamente bueno
para ellas, si además le añadimos, el cambio hormonal que sentimos en esos días
pues empáticamente diría que no son las mejores condiciones para el
aprendizaje.
El profesorado pedimos ayuda, solicitamos productos de
higiene fem enina porque sencillamente se necesitan, son las herramientas con
los que podemos en parte, combatir la pobreza menstrual, pero no podemos
hacerlo solos.
Y en este
momento quiero resaltar esa labor y ayuda de los centros educativos.En los
Colegios e Institutos se vive una realidad en la que muchas las alumnas que se acercan a consejería
a pedir alguna que otra compresa a lo largo de la mañana y esto ayuda.
Mi hija que estudia ya Bachillerato, me suele decir : “
Mamá, hay muchas veces que le tengo que dejar compresas a mi amiga... porque su
madre no puede comprarle tantos”. Y es una realidad. Esto está bien, ayudarnos es un pequeño gesto
que ocasionará un gran cambio pero la ayuda no solo debe de venir de una
persona sino un cambio a nivel económico en el país.
La salud menstrual no puede seguir siendo
ese tema tabú que he citado al inicio, debe de avanzar,
poco a poco si es necesario pero avanzar. Aún hemos avanzado mucho, es cierto
pero queda un arduo camino por recorrer. Y el mejor camino es la educación,
educando en convivencia, desde los afectos y los apegos, conseguiremos que no
surjan esas “ risas y sonrisas”, ni esas diferencias o complejos porque tod@s
somos iguales y diferentes a la vez.
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